lunes, 7 de diciembre de 2009

Guaruras en acción…

ACCIÓN I

Se seleccionarán 10 miembros del cuerpo de protección privada, mejor conocidos como guaruras. A cada uno de ellos se le encomendará la misión de seguir al otro; es decir, el guarura 1 seguirá al 2 y así sucesivamente hasta llegar al guarura número 10 quien seguirá al 1.

De esta forma, se pretende aludir al absurdo en un sistema de circuito circular sinfín mediante el cual podremos observar las acciones y reacciones de cada uno de los procuradores de la seguridad privada al saberse seguidos y observados siendo víctimas de una víctima de una víctima … o, al descubrir que la persona que ellos vigilan y protegen es, a su vez, el protector de otra persona que es protector de otra, la cual, a su vez, es protectora de otra …
Cada uno de los miembros elegidos desconocerá las actividades previas o consecuentes de la persona a la que deben seguir, vigilar y proteger. En este sentido, deberán crear un detallado registro fotográfico y escrito de cada una de las actividades que va realizando la persona.
No se espera que dicha acción dure por más de 10 horas, puesto que se pretende que, por ejemplo, el GUARURA 10 descubra que su “protegido” es también un guarura que a su vez está siguiendo a alguien más y así consecutivamente.
Esta acción, además de aludir al absurdo de un sistema de “protección” y “seguridad”, alude también al absurdo del sistema-arte mediante un efecto de espejo en el que se refleja el infinito. El infinito de un sistema que se va comiendo a sí mismo y que no sale de un círculo vicioso que únicamente se va ampliando de forma cuasi-logarítmica. El círculo del arte es un circuito cerrado que se convierte en auto-caníbal, ouroboros que limita o condiciona la expresión.












Yoshua Okon, Shoot, 2004
ACCIÓN II

En la segunda acción, también se elegirá a un cuerpo de seguridad privada (mínimo 50 miembros) para encomendarles la siguiente misión:

4 de ellos se asentarán en el Museo Soumaya custodiando la obra “El día y la noche” de Rufino Tamayo que forma parte de la colección permanente. Estos 4 guaruras impedirán que los visitantes se aproximen a menos de 2 metros de distancia de la obra intimidándolos y amenazándolos con sus armas si no siguen sus órdenes.

Mientras tanto, los otros 56 miembros del grupo protegerán una “procesión” de obras que saldrá desde la sala de “Antiguos maestros europeos y novohispanos” del museo rodeando toda la Plaza Loreto, paseando por las distintas secciones e inclusive por el estacionamiento. También sería conveniente que estas obras entraran a los distintos locales.
Las personas no podrán acercarse a las obras, ni siquiera tendrán una visión completa de ellas, puesto que los miembros del equipo de seguridad se encargarán de resguardarlas con gran celo. Sin embargo, los visitantes sí tendrán conocimiento de lo que está sucediendo ya que una persona del museo se encargará de dirigir la “procesión” anunciando, a forma de letanía, las obras que están saliendo del museo, así como sus autores y fichas técnicas completas.

Con esta acción se pretende poner de manifiesto el estatus de sacralidad al que han sido elevadas las obras de arte. Se seleccionó la sección de “Antiguos maestros” por el simbolismo intrínseco que contiene; es decir, la temática de las obras y la convergencia de artistas tanto mexicanos como europeos en una especie de comunión ritual. Por otra parte, el término mismo de “procesión” nos remite directamente a un acto religioso, de fe, en el que se va venerando al santo, a la Virgen o Cristo; de la misma forma, el arte y el museo se han convertido en elementos de una profunda devoción; objetos inalcanzables a los que únicamente nos podemos aproximar a través de la oración y la introspección.
En conclusión, la intención es, por una parte, poner de manifiesto el religiosismo que se la adjudicado al arte y, por otra, la distancia que el museo ha impuesto entre una obra y el espectador, el cual se siente casi amenazado y terriblemente intimidado cuando sobrepasa las líneas que marcan la distancia a la que deben “contemplar” el objeto artístico.




Miguel Calderón, Attack,




Yoshua Okon con la obra Poli IV

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