jueves, 3 de septiembre de 2009

Habitar el objeto artístico


Si partimos de que la primera gran separación de la humanidad fue el nomadismo y el sedentarismo, 2 formas muy distintas de apropiarse del espacio y así de la percepción, tendríamos que cuestionarnos entonces que es lo que el espacio nos muestra a pesar de él mismo.
Observar la ciudad a través del tiempo y entender las consecuencias del tiempo por medio de las ciudades es una forma de compenetrar en ella y participar de ella.
Entre estas miradas se encuentran las de Gordon Matta-clark.

Sus obras son la reivindicación del esplendor que se vino a menos, la posibilidad crear entornos independientes que tengan un discurso propio y no se agote en sí mismo, talvez el atrevimiento de sus anarquitecturas inspiradas en la idea de transformación de la materia, se confronten con las nuevas arquitecturas. La fotografía de Matta-clark nos ilustra de manera muy concreta el concepto de arquitectura nómada: vacío infinito desabitado y a menudo impracticable; un desierto o un océano. Vicente Jarque explica que la intención de Matta-Clark tenía que ver con un esfuerzo de rehabilitación ciudadana, por mediación del arte, de espacios urbanos degradados y, por tanto, perdidos para el buen uso público. La espectacularidad que Matta-Clark lograba con una sola apertura de ese amplio agujero en la fachada, el juego con la luz que de pronto inundaba el interior de aquella estructura, hizo -según palabras de Vicente Jarque- que algunos calificaran la obra como evocativa de una especie de "catedral".





Uno de los aspectos mas interesantes de la arquitectura es la armonía del espacio con la materia, esto lo logra por ejemplo Miguel Angel, ¿pero que pasa cuando hay una preocupación por lograr que en esa armonía participemos los seres humanos? Bernini por ejemplo siendo escultor, siente la necesidad de habitar el arte.
Tal es el ejemplo de Rachel Whiteread, en el que podemos sentirnos Paseantes en mismo objeto artístico o desde otro puto de vista, podemos adentrarnos en esos planos urbanos para ver la estructura, sus calles y plazas. Son no calles que esperan se llenas de contenido desde nuestro imaginario colectivo o individual.



Nos muestra una obra de ciudad, una realidad de la vivienda olvidada, casi una denuncia, tosca y burda que nos remiten a los suburbios, podemos compararlo con el concepto que tiene Thomas Hirschhorn, quien nos deja ver en su obra la sociedad de desechos, en todos los sentidos, en la que nos encontramos, como escribe Francisco Javier San Martín: lugares de deriva, de acumulación y desorden, radicalmente alejadas de cualquier complacencia de lo bello, lugares sin composición, sin "armonía".


La obra de este artista nos muestra esos no lugares es decir esos propiamente contemporáneos de confluencia, donde personas en tránsito deben instalarse durante algún tiempo de espera, sea a la salida del avión, del tren o del metro que ha de llegar. Apenas permiten un furtivo cruce de miradas entre personas que nunca más se encontrarán. Los no lugares convierten a los ciudadanos en meros elementos de conjuntos que se forman y deshacen al azar y son simbólicos de la condición humana actual y más aún del futuro. El usuario mantiene con estos no lugares una relación contractual establecida por el billete de tren o de avión y no tiene en ellos más personalidad que la documentada en su tarjeta de identidad. Atento al uso de las palabras, releyendo los lugares descritos abre nuevas perspectivas para conceptualizar una antropología de la sobremodernidad, que podría ser también una etnología de la soledad de la condición humana contemporánea, lugares marginales de los que sólo hacemos eco en momentos puntuales, una parte de la ciudad que dejamos de lado, como si se tratase de un tumor, pero que sigue allí y que, afortunadamente, ya forma parte definitiva de ella. Hoy le llamamos orgullosamente: Modernidad, aprendimos a sustituir el oro por la mierda.
En mejores palabras de Zymunt Bauman: (Vidas desperdiciadas. La modernidad y sus parias) La producción de "residuos humanos" -o, para ser más precisos, las poblaciones "superfluas" de emigrantes, refugiados y demás parias- es una consequiencia inevitable de la modernización. Y también se trata de un ineludible efecto secundario del progreso económico y la búsqueda del orden, característicos de la modernidad.


Es importante, si estamos hablando de arte o arquitectura en los espacios urbanos, mencionar la obra de Andreas Gurski, que nos adentra en un mundo mecánico en el que, a diferencia de otros arquitectos o artistas, perdemos la noción del espacio y material, sin embargo queda muy claro el entorno urbano y la apropiación del mismo. Nos pone en evidencia una sociedad de consumo pero la saca de contexto y la convierte en una gran máquina de texturas y formas, el concepto modernidad en Andreas Gurski radica en la repetición de formas vivas en el espacio.

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